La última obsesión

Leo en tus ojos como un cuento infantil, o me engaño como un niño.
Me costaría muy poco obsesionarme contigo, y que llegaras a aborrecerme.
Tengo mucho tiempo para pensar, para pensarte sobre mi, hacia mi, en mi, por mi.
Tiempo que sigue pasando, ahogando una sonrisa por segundo.

Y tu calle, camino de cierto lugar, dejó de ser una calle cualquiera.
Como no lleva al alivio, me castigo con vinagre sobre llagas enmohecidas
Prefiero idealizarte a conocerte, y morir a no intentarlo.
Y para evitar tentaciones, me arrancaría el rabo de cuajo
No te asustes si te llega, en un paquete de Correos.

Y así puedo pasar mi vida, escribiendo prosas castradas
versos sin rima, sin ritmo, sin belleza ni sangre en las líneas.
El fantasma de una meretriz bajo la fría luna creciente
me alimenta lo mismo que tus recuerdos, u otros.

Soy tu demonio fogoso, la perdición dulce, justicia poética.
El vicio perverso que pasea a tu lado sin que nadie lo vea.
Acércate, llama verdosa. Abrasa y contamina esta piel virgen de sur, de color.
Apaguemos las luces donde nadie nos vea, y acostémonos a ciegas.

Imagina lo que yo sueño, y verás que vale la pena.
La lágrima oscura, de la que puedo librarte a base de mi llanto...
y con una caricia.

A una niña

Me pueden las ganas de tenerte.
De que mis palmas arañen tu piel
descubriéndote pliegues
de los que no eras consciente.

La razón recula ante ti,
y se marcha de rodillas.
Y el animal que no piensa,
que solo gruñe y babea,
toma el control de mi sangre.

Si no fuera por tu pelo
suave cayendo hacia el lado.
La cicatriz en tu espalda.
Si no fuera por las curvas y relieves,
por el mapa del deseo que encarcela tu ropa...

Si no fuera por tu risa
ante mi juicio anulado,
sin siquiera tú saberlo
con tus ojillos traviesos.
Si no fuera por el fuego...

Si no fueras otra musa,
- súcubo que me desprecia,
diosa cautiva en un cuerpo -
serías agua que fluye,
serías niña en mi cama.

Al volver de aquella guerra

Pretendí encontrar refugio,
y dormir al suave abrigo
de la curva de tu cuello
al volver de aquella guerra.

Tracé planos en las nubes
A juego con nuestros dioses.
Puse nombre a las farolas,
Constelaciones de hileras.

Invoqué música y ruido,
Para ti, para escaparnos.
Y bailamos en la punta
De una pirámide rota.

Con mi dolor y tu angustia
Con una falsa bandera
Quisimos quemar en hogueras
Yo la angustia y tú el dolor

Y en el templo de la noche
Consumamos a un vampiro.
Infecto, ignorante, impuro
E incapaz de conmoverse

Vástago de vicioso letargo,
Pura indolencia viscosa.
Sin nombre, sin fe, sin alma.
Trece uñas, todo espalda.

No sabíamos cuidarlo,
Por desgracia era inmortal.
Y nos costó siete vidas
Ahogarlo en lava bendita.

Al volver de aquella guerra
Pretendí encontrar refugio.
En la curva de tu cuello,
Para dormir abrigado.

Pero en el mismo momento
En que te vi, vi mi alma;
La primera vez que amé,
Se fue mi ángel de la guarda.