Fondo de armario

En el fondo de un armario
guardo un bote de café,
por si un día necesito
recordar cómo es lo amargo.

Unas entradas de Faunia
olvidadas en cajones,
para darle mis entrañas
de comer a los pingüinos.

Las canciones de ese grupo
que no escucho por principio
y no me atrevo a borrar
porque sé que aún sufriría.

Guardo millones de cosas
en cajas que no cierran bien
y siempre que puedo echo mano
de lo que me pueda doler.

Quiero ser algo

No hay señales en el cielo.
Lo del maíz, unos gamberros.
Fuera de mí no hay nada.
Ni una llaga. Nihil est.
Nada.

No hay atajos para salir
de un círculo perfecto
atado a un pilar
con el nombre de otro.

No seas el niño que fuiste,
no bebas de la botella,
no ofendas a la reina y
nunca pruebes la fruta.

Ni siquiera hay una mano
meciendo la cuna de estrellas.
Nada.
Está ahí, es tu siempre, y no es.

Y a uno, que no es nada,
le queda el ser todo,
algo al menos.
Mierda. Así no se puede.