Cuando tú no me matas

Me matas y das vida a ese otro yo. A ese bobo que vive en una rima o en una leyenda. El que celebra y no envidia.

Dejadnos. No le necesitamos. Nos hundimos. La banda sigue tocando, y su melodía lenta parece un quejido, pero es un canto. Una oda a la soledad, himno al hastío; la marcha de la desidia. Es una escala de grises. Compás pesado, graves bombos. Como el vals de un funeral.

Cuando tú no me matas disfruto de esa lenta agonía. Cuando tú no me matas quiero quedarme a ver como nos hundimos, como se hunde todo. A demostrar la indiferencia que él no sabría. A ahogar sus sollozos y gritos de niña asustada. Yo me encargaré de recordarle sus culpas y errores. Todo el dolor que he causado, aprovechándome de sus sueños, y he hecho suyo.

Ven a matarme. Libera al estúpido incapaz de enfadarse ni por su propio bien. Mátame y vivirá en una farsa de causas justas y almas gemelas. Mátame y creerá amarte para siempre.

¿Serías capaz de matar?

¡Mátame!

No hay comentarios: